martes, 15 de noviembre de 2011

Una lágrima en el mar Cap 19

-Siempre podemos intentar confundirla para que nos lo diga aunque sea por error.- Sugirió Stella, y por sus ojos, en seguida pude saber que le estaba dando demasiadas vueltas al asunto.
-O también podemos esperar a que ella nos lo diga.
-Eres una aguafiestas, Becca. -Dijo, en un claro tono de fingido fastidio. -¿No podías simplemente dejarme discurrir?
-Lo siento, pero mi aguafiestas mente desconoce el significado de esa pregunta. -Respondí, divertida.
Ella se cruzó de brazos y desvió la mirada, haciéndose la ofendida.
-Pues deberías saber que si llego a descubrir quién es el chico misterioso de Kate, serás la última de mis contactos en enterarse.
Giramos por un pasillo y continuamos caminando. Le di un codazo cariñoso en las costillas.
-¿Y que pasa si lo averiguo yo primero? -Le pregunté, enarcando una ceja.
-En ese caso, mi orgullo no me permitiría volver a ti, por lo que lo averiguaría por mi misma.
Ambas soltamos una carcajada y continuamos la mañana con el resto de las clases. Algunas se podían llevar con calma, pero otras simplemente daban ganas de salir corriendo del aula y no regresar jamás por allí. En el peor de los casos, arrojarse por la ventana más próxima empezaba a considerarse una buena opción. Por suerte, las clases llegaron a su fin y yo seguía conservando la vida.
Con paso tranquilo, todos los alumnos salían del aula. Era la primera vez que en verdad se podía observar serenidad en cada uno de los rostros que formaban la clase. No era algo que se pudiera observar todos los días, y menos si tenemos en consideración que todavía era lunes.
A duras penas, caminé hacia mi cuarto y dejé la carpeta con los apuntes sobre la pequeña mesita de noche de al lado de mi cama. Un pensamiento involuntario surcó mi mente y no pude evitar preguntarme donde se encontraba Alex ahora mismo. Sacudí la cabeza para borrar esa pregunta de mi mente. Todo aquello había sido culpa mía, primero, por besar a extraños en fiestas universitarias, y segundo, por reaccionar corriendo ante una situación que siempre había pensado que podría mantener bajo control. Si tan solo hubiese reunido el valor suficiente para aclarar las cosas... Pero aunque ese hubiera sido el caso, tampoco sabría por donde empezar a hablar.
Solté un suspiro y salí de la habitación, cerrando suavemente la puerta detrás de mi. Durante unos minutos, simplemente caminé por los largos pasillos, después, me decidí por ir a buscar a Stella.

La cafetería era un revoltijo de gente a aquellas horas. Observé que Stella estaba leyendo -¿Cómo no lo pensé antes? - en una mesa algo apartada. Me coloqué al final de la cola y empecé a coger la comida. Realmente tuve suerte de que Stella estuviese por allí, si no llega a ser por ella, no tendría ningún lugar en el que sentarme en aquel momento.
-¿Tu leyendo? Que extraño... -Dije, con sarcasmo en la voz.
-¿Sabes? Tú también deberías leer, así tal vez aprendieras a quedarte en un sitio en lugar de desaparecer.
-Creí que ya habíamos hablado de eso. -Le dije, sonriendo. Sabía que estaba bromeando.
-Y lo hicimos. -Dijo, sin poder reprimir una sonrisa. -¿Sabes? Este sería el momento perfecto para que te dieras la vuelta y comprobaras por ti misma lo que nuestra pequeña Kate ha estado haciendo durante todo este tiempo.
Por un segundo, la miré con confusión. Después, decidí hacerle caso y me giré. Lo que vi simplemente me congeló el aliento. Kate estaba...

miércoles, 19 de octubre de 2011

Una lágrima en el mar Capítulo 18

Observé atentamente como James me hacía señas desde el otro lado de la ventana, yo supuse que quería que bajase. Le hice una señal con la mano referente a "5 minutos" que utilicé para entrar al baño de la habitación. Miré atentamente mi imagen reflejada en el espejo. A pesar de no haber llorado, o al menos intentarlo, tenía la cara tan roja y desastrosa como si lo hubiera hecho. Me lavé la cara y bajé por las escaleras, directa al patio. Busqué a James, sin saber muy bien porqué había bajado y no me había desmoronado en mi cuarto como se suele hacer en aquellos casos. Cuando por fin lo localicé, fui hacia el con pasos torpes, pero tampoco importaba. Una vez que estuve frente a el, simplemente sacó de su espalda un ramo precioso de flores.
-¿P-porque...? -Tartamudeé.
-Simplemente, porque sí. -Dijo, con una sonrisa, entregándome el ramo.
-Gracias. -Dije, teniendo en cuenta que nadie nunca me había regalado flores.. aunque seguía sin entender del todo el porque de aquel detalle.
Lo último que pude oír de su voz aquel día, fue más que una frase un susurro: "Sea quien sea, no se merece tu tristeza." Y se fue, dejándome con la palabra en la boca y un ramo de vistosas flores en mis brazos. No pude evitar hacerme un par de preguntas: ¿Que sabía? ¿Y cómo lo sabía? Sacudí la cabeza para sacar de mi mente aquel pensamiento y  dejar paso a lo importante, que era el mero hecho de que sabía que había algo mal en mi antes incluso de que se lo contase a Stella, y estaba segura de que ni en sueños reuniría el valor suficiente como para contárselo ni siquiera a ella.
Giré sobre mis talones admirando las hermosas flores que me había regalado y andando directa hacía mi habitación.


                                                                               ***

Aquella noche el sueño se convirtió en nada más que una palabra irreal para mi. Lo único que había hecho era dar vueltas y vueltas en aquel colchón, que ya era bastante incómodo por si solo. Conseguí que Kate me tirara un par de almohadas en un intento porque parase de moverme y ,simplemente, durmiera, pero al final se dio por vencida. Ahora, durante toda la clase de Filosofía Política, los parpados se caían como si se les hubiera caído un enorme bote de cemento encima, y estaba absolutamente segura de que ni el más frío de los cubos de agua podría quitarme el aturdimiento que se me había echado encima.
Sólo podía pensar en que todavía tendría que soportar media hora de clase cuando una nota aterrizó frente a mi. Mi primera reacción fue la de mirar a todas partes, por si podía averiguar de quien provenía, después de varios intentos sin resultados, volví la vista a la nota. Más bien era un trozo de papel arrugado con una única palabra en el: "Despierta!". Volví a mirar hacia todos los rincones de la clase cuando vi que Stella me sonreía en la mesa de delante.
Cogí un bolígrafo y me puse a garabatear unas palabras. :"Lo intento." Y la mandé.
Cuando esta regresó a mi, leí: "Donde te metiste ayer? Desapareciste sin decirme nada..."
Estuve varios minutos intentando encontrar una respuesta convincente que no incluyera los nombres Alex o James, hasta que al final escribí: "Estaba cansada, así que me fui a mi habitación. Te avisé, pero parece ser que no te diste cuenta." Definitivamente, mentir en un papel era más fácil que mentir hablando.
Stella escribió: "Bueno, para la próxima insiste un poco más. Me dejaste preocupada." y yo le respondí algo tan sencillo como: "Descuida, eso haré."
No pude mandar la nota, la clase había terminado y todo el mundo empezaba a salir a montones. Cogí mis cosas y fui directa a junto Stella.
-La próxima vez, insistiré más.
-Eso espero. -Dijo, mientras se levantaba con su carpeta en la mano. -Me dejaste preocupada.
Dí un trago a mi botella de agua.
-¿No crees que ya soy mayorcita para desaparecer de los lugares sin que te preocupes por mi?-Le pregunté, con una sonrisa en mi rostro.
-Lo único que creo es que tienes un serio problema con eso de desaparecer, lo haces continuamente, te estás transformando en una versión de Kate.
Me detengo frente a ella y pongo una mano en el corazón mientras levanto la otra.
-Yo, Becca, juro solemnemente no volver a desaparecer del lado de Stella sin avisar como mínimo, hasta que se entere de algo.
-Supongo que eso valdrá. -Dijo, riéndose.
-Bueno, si no, siempre te quedará Kate de reserva.
-Kate no da ni la mitad de conversación que tu.
-A lo mejor simplemente no quiere hablar de más. Últimamente está muy rara. -Lo último fue más bien como un hilillo de voz. Re emprendí el camino junto a Stella.- Nuestra Kate se está enamorando.
-Sí, el caso es ¿de quién?
-A veces da la impresión de que ni ella misma lo sabe.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Una lágrima en el mar Cap 17

-Eras tú. -Susurré contra sus labios.
El no dijo nada, tan solo me miraba fijamente.
Un escalofrío me despertó de mi ensoñación, sin tan siquiera hablar, me levanté mojada de pies a cabeza y salí de allí corriendo mientras podía sentir la mirada de Alex clavada en mí en todo momento.
¿Cómo había podido estar tan ciega? Era el. Siempre había sido él. No fue hasta que saltaron las chispas cuando me di cuenta de que Alex fue el chico al que besé en la fiesta. No era una certeza, era el presentimiento más grande que jamás había tenido. Todo en mi interior estaba alerta en aquel momento.
Corrí hacía la residencia y me encerré en mi habitación. Me derrumbé sobre el suelo con la cara enterrada entre mis rodillas. Ahora no podía hacer más que arrepentirme y preguntarme porque había hecho aquella tontería de echar a correr. “Tonta, tonta, tonta”. Aquello era culpa mía, nunca debí haber dejado que Alex me besara, pero ni siquiera sabía cómo había llegado a aquella situación, el momento en que todo había ocurrido era totalmente desconocido para mí, aunque no podía negar que mientras el beso había durado mi mente y mi cuerpo pedían más y más…
Jamás debí haber aceptado ir con él a aquel precioso lugar.
Me obligué a levantarme e ir hacia la ducha donde, tras veinte minutos de agua caliente, decidí que ya era suficiente. Me vestí con unos sencillos pantalones cortos y una camisa blanca. En ese momento, Kate entró por la puerta y se tumbó directamente en su cama. Llevaba unos días actuando de un modo extraño y apostaba lo que fuera a que todo se debía a aquel misterioso chico.
Kate emitió un profundo suspiro de esos que nunca pensé que oiría en ningún lugar que no fuera una comedia romántica en el cine, lo que me hizo sentir aún más curiosidad por su vida privada.
-¿Qué hay, Kate?
Ella me ignoró por completo, mordiéndose el labio mientras yo supuse que se estaría adentrando más y más en sus pensamientos con los ojos puestos en ninguna parte.
-¡Eh! ¡Kate!
Ella sacudió la cabeza al instante y me miró por primera vez desde que entró en la habitación.
-Oh, Becca. ¿Cuánto tiempo llevas aquí? No te había visto…
-¿Quién es él?
Kate se ruborizó.
-¿Quién es quién?
-No te hagas la tonta.  Me refiero al chico por el que suspiras.
Volvió la cabeza hacía la puerta, evitando mirarme.
-¿Nunca has sentido esa sensación de ser invisible a los ojos de alguien?- dijo finalmente.
La miré sin comprender y ella me devolvió la mirada, sonriendo ligeramente.
-Ya te lo explicaré más tarde, tengo que irme. Adiós. –Y se fue por donde minutos atrás había aparecido.
En un acto involuntario, giré la cabeza hacia la ventana que daba al patio justo a tiempo de ver como alguien hacía señas con la mano en mi dirección.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Una lágrima en el mar Cap 16

Kate volvió a encaminarse hacia la salida con aire decidido y sin mirar hacia atrás. Realmente odiaba cuando se iba así, sin más. Volví la vista hacia la mesa donde minutos antes había estado hablando con James acerca del tema de sus estudios. ¿Porque me empeñaba tanto en averiguarlo?
Salí por la puerta acompañada de Stella y fuimos directas a la sala de ocio.
Cuando por fin encontramos un par de sitios vacíos entre toda aquella masa de estudiantes reconocí una figura conocida a lo lejos. Me levanté convencida de que Stella volvía a estar sumergida en el interior de un libro y me acerqué.
Cuando Alex me reconoció, dio la impresión de haber encontrado lo que buscaba.
-Alex! -Dije, con una sonrisa. -¿Que haces tu aquí?
El me agarró de la mano y tiró de mi hacía la puerta, sonriendo.
-Vengo a sacarte de aquí.
Lo miré sin comprender del todo la razón de su presencia en la universidad, pero lo seguí igualmente hasta la calle.
-¿Que pasa con Stella?
-¿Con quien? -dijo, con clara confusión en sus palabras.
-Stella, mi amiga, la que estaba a mi lado. No puedo dejarla sola.
-¿La que estaba leyendo?No creo que se de cuenta de tu ausencia. -Dijo, sonriendo.
En cierto modo tenia razón.
El empezó a caminar y yo apresuré el paso hasta colocarme a su altura.
-¿Adonde vamos?
-Deja de hacer preguntas y camina.
-No puedo dejar de hacer preguntas si tu no me cuentas nada.
-Es un lugar que quiero enseñarte. -Dijo mientras se le escapaba una pequeña sonrisa.
-¿En serio?¿Está muy lejos?
-¿Quieres dejar de preguntar? -dijo, riendo entre dientes.
-Vale -Dije, sonriendo con algo de curiosidad.
Cuando me di cuenta, la gente que antes nos rodeaba había desaparecido totalmente y solo quedaba un bosque con arboles por todas partes. Seguimos andando un buen tramo del bosque hasta que Alex se detuvo.
-Mira ahora.
Le hice caso y me quede sin aliento al ver el paisaje que se cernía ante mi. Era un pequeño claro con flores por todas partes y una gran cascada al frente. Todo transmitía una inmensa tranquilidad que me inundó desde el primer momento.
-¿Que?¿Te gusta?
-¿Que si me gusta?-se me escapó una risita. -¡Me encanta!- exclamé y corrí hacia la cascada para verla desde un ángulo más cercano.
-Sabía que te gustaría. -Dijo, aproximándose a mi.
Me fije en a pequeña laguna que rodeaba la cascada y miré mi reflejo en ella cuando oí un fuerte ruido que provenía del agua.Cuando me fijé más vi que Alex se había tirado al agua sin camiseta y solo con las bermudas.
-¿Te has vuelto loco? -Le grité.
El ignoro mi pregunta y dijo:
-El agua está muy buena. -Dijo riendo. -Vamos, métete.
Negué con la cabeza.
-Tu misma-dijo y empezó a nadar y bucear.
Entendí que intentaba darme envidia, y estaba funcionando. Sin pensármelo dos veces, corrí hacia el agua con toda la ropa puesta y me lancé de lleno en la laguna.
Cuando estuve en la superficie, oí a Alex hablar.
-Por un momento realmente pensé que no te ibas a meter en el agua. -Rió entre dientes.
-Por un momento yo también lo pensé. -Dije sonriendo.
En un segundo el alzo las manos y me hizo una aguadilla. Enseguida empecé a mover rápido los brazos como si no pudiera salir a la superficie, el me agarró de la cintura y me sacó hacia arriba. Aprovechando ese momento lo agarré de los hombros y le devolví la aguadilla.
-Eh! Eso es trampa!

Nos entretuvimos jugando durante un buen rato hasta que comencé a notar el frío calando entre mi ropa y salí    
a tumbarme en la hierba. Alex salió del agua y se sentó a mi lado mientras yo me incorporaba despacio. Podía ver perfectamente la puesta de sol desde aquel punto.
Solo había silencio en aquel bosque.
No se cómo pasó, ni siquiera sé cuando. Solo sabía que en un momento los labios de Alex se habían posado sobre los míos y lo único que podía sentir aparte de ese beso eran las chispas volando a mi alrededor.

jueves, 5 de mayo de 2011

Una lágrima en el mar Cap 15

En ese momento, observé a James acercarse a una mesa vacía de la cafetería.
-Enseguida vuelvo. –Le dije a Stella.
Ella adoptó una mueca de confusión en  su cara cuando me acerqué a la mesa de James dejando mi desayuno a medio acabar.
-¿No vas a decirme que es lo que estás estudiando? – dije, mientras me sentaba frente a él.
-Ya te he dicho que lo adivinases. –Dijo el chico, con una sonrisa burlona en la cara.
-¿Y cómo se supone que debo adivinarlo?
-Eso es cosa tuya.
-No piensas ayudarme. –Afirmé.
James sonrió.
-¿Ni siquiera un poco?
-¿Te he dejado demasiado intrigada?
Asentí con la cabeza.
-Entonces, genial.
Y se fue.
Era extraño como ese chico siempre se iba dejándome con la palabra en la boca. Así era imposible negociar con él para conseguir ni la más mínima ayuda posible. Era obvio que James no pensaba dar su brazo a torcer en este asunto.
Volví con Stella, que me miraba con una extraña expresión en el rostro.
-¿Qué pasa con don solitario? –preguntó.
-Nada, simplemente somos amigos.
-No parece una buena compañía para pasar el rato.
-Es simpático cuando lo conoces. –Aclaré.
-Espero que sólo sea eso. Si empieza a sentarse con nosotras no me pidas que sea amable.
Sonreí ante su comentario, intentando imaginarme a Stella siendo desagradable con alguien, la imagen se negaba a aparecer en mi cabeza.
Kate entró en la cafetería y se sentó junto a nosotras sin decir ni media palabra.
-Hola, Kate. –La saludó Stella. -¿Dónde has estado?
-Mejor dicho. ¿Con quién has estado? –Corregí yo.
Las mejillas de Kate se ruborizaron ligeramente.
-Desayunando –Dijo ella.
-Desayunando con… - Dijo Stella.
-Un chico.
-Y… ¿no nos vas a dar más detalles?
-Por el momento, no. –Dijo con un tono tajante.
-¿Y porque no?- Quise saber.
-Por qué por el momento no significa nada. – Cogió un trozo de mi bollo a medio acabar y se lo llevó a la boca. Luego, con una sonrisa en si rostro, dijo – Tened paciencia, chicas.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Una lágrima en el mar Cap 14

Cuando finalmente me encontré con Stella y Kate, ambas me miraron como si esos minutos que había tardado en llegar hasta ellas hubieran sido horas.
-¿Dónde estabas? Te hemos estado buscando por todas partes, pero no aparecías.
-Bueno, vosotras prácticamente desaparecisteis.
-Sea como sea, tenemos que irnos. –Empezó Stella.
-Pensaba que querías quedarte a la fiesta hasta tarde. –Dije.
-Y yo que a ti no te gustaban estas fiestas. ¿Ha pasado algo en nuestra ausencia que te haya hecho cambiar de opinión?
Recordé al chico del antifaz.
-¿Qué? No. Tan sólo os he estado buscando por todas partes.
-Chicas. –Intervino Kate. –Simplemente vámonos. Puede que esto sea Los Ángeles, pero algo que se toma muy en serio la universidad es la puntualidad y la responsabilidad, y no creo que a los profesores les guste demasiado que sus alumnos asistan a fiestas llenas de alcohol y desconocidos.
-Tienes razón. –Dije. –Vámonos ya.
Era consciente de que en la fiesta había más alumnos de la universidad, pero las palabras de Kate eran ciertas. Lo mejor era largarse de allí cuanto antes.
Durante el trayecto a la residencia no pude dejar de pensar en aquel chico, en el contacto de sus labios contra los míos, en como lo había dejado solo en medio de la pista de baile cuando la alarma de mi teléfono sonó…
-Beca ¿tú no llevabas puesto un antifaz?
Toqué mi cara intentando percibir algún rastro de la suave tela blanca del antifaz o el relieve de sus destellos pero lo único que conseguí notar fue el contacto con mi piel.
-Mierda, se me ha debido de caer cuando me mandasteis el mensaje. –Dije, intentando no contar detalles acerca del misterioso muchacho.
-Pues es una pena, era realmente bonito.
-Lo sé –Dije, preguntándome mi chico del antifaz me habría visto sin el antifaz.
No creo, probablemente se me habría caído en algún momento cuándo eché a correr. ¿Cómo demonios no podría haberme dado cuenta de que no llevaba la máscara puesta?
Durante el camino de vuelta a casa intente no pensar en el hecho de que tal vez aquel chico me había visto realmente y yo simplemente sabía que aparte de haberlo besado y que, efectivamente, me había gustado, tenía una sonrisa bonita.
Llegamos a la residencia y Stella tomó un camino mientras que Kate y yo tomábamos otro diferente que llevaba a nuestro cuarto. Todo el mundo dormía excepto aquellos alumnos que habían decidido quedarse hasta tarde en la fiesta.
Simplemente me cambie de ropa, me tumbé en la cama y me quedé dormida al instante.

A la mañana siguiente no comprendí porque razón no había sonado el despertador hasta que caí en la cuenta de que era domingo.  Después de vestirme me encaminé hacía la cafetería dónde siempre desayunaba con Stella un bollo y un café.
Allí estaba ella, en la mesa de siempre sosteniendo su mirada en las páginas de un libro. Cómo todas las mañanas.
Me senté frente a ella.
-¿Qué tal has dormido esta noche? –Le pregunté.
-Bastante bien. –Dijo. –No llegamos tan tarde como creí que llegaríamos. ¿Tú?
-Bien también. La verdad es que pensaba que tú y Kate queríais quedaros más tiempo.
-Yo sí. Lo que pasa es que Kate insistió tanto que acabó por convencerme.
-Hablando de Kate ¿Dónde está? Cuándo me he despertado su cama estaba vacía.
-No sé. Anoche mencionó algo acerca de desayunar con un chico o algo así.
-Así que nuestra Kate quería irse pronto de la fiesta porque esta mañana tenía una cita.
-Sí, algo así. –Stella sonrió.
-¿Y mencionó algo acerca de quién es el afortunado?
-No lo sé. Un tal John o Josh. Lo único que recuerdo es que empezaba por jota.
Reí y mordisqueé mi bollo untado en café.

lunes, 2 de mayo de 2011

Una lágrima en el mar Cap 13

Así que esa misma tarde prácticamente me arrastraron a comprar los disfraces para aquella dichosa fiesta. Recorrimos tiendas y tiendas, pero ninguna parecía satisfacer los deseos de Stella y Kate. Se acercaba la última hora de la tarde cuando las tres entramos en una pequeña tienda.
Removimos y buscamos entre los diferentes percheros de la tienda. Empezaba a preguntarme cuando encontraría un disfraz cuando mis dedos rozaron una tela blanca. Deslicé los dedos por la suave textura hasta que toqué la percha y cogí el disfraz. Pude observar que era un disfraz de ángel, con pequeños brillos aquí y allá habiendo que el blanco resaltase todavía más. El tamaño del vestido era perfecto, ni muy largo, ni muy corto, y llevaba unas preciosas alas a juego con un tamaño ideal y un antifaz blanco, también con pequeños destellos.
Me enamoré de ese disfraz en cuanto lo vi.
-¿Habéis encontrado algo ya? – la voz de Stella me llegó desde la otra punta de la tienda en el momento en que Kate se acercó a mí con una percha del que colgaba un traje de mariposa.
-Vaya, es precioso. –Dijo esta, señalando mi disfraz.
Stella llegó también con un simple vestido azul cielo en una mano y en la otra un antifaz uno o dos tonos más oscuro.
-Wow, Beca ¿Dónde lo has encontrado?- Dijo, mirando el traje  que sostenía en mi mano. –Seguro que te quedará genial.
Sonreí levemente pensando en que quizás había infravalorado la fiesta del sábado.

-SÁBADO EN LA HABITACIÓN DE KATE Y BECA
 SOBRE LAS OCHO DE LA TARDE.

El día de la fiesta había llegado y Kate, Stella y yo estábamos preparándonos con cuidado de no dejarnos ni un detalle.  No me había fijado en el leve vuelo del vestido de ángel que había comprado, pero tampoco importaba ya que no hacía más que dejar el vestido aún más bonito que antes.  Stella no había dejado de repetir ni por un solo instante lo perfecto que resultaría todo aquella noche. Nunca me había parecido una persona a la que le gustara asistir a este tipo de fiestas, pero decidí no juzgar ningún libro por su portada y continuar preparándome. Era mi primera fiesta en Los Ángeles, y a pesar de que de algún modo sabía que nunca daría la talla, quería intentarlo al menos.
Kate, que se había ocupado de mi ondular mi cabello, estaba ahora vestida con un precioso vestido de mariposa de una tonalidad violácea que le sentaba como un guante. Parecía diseñado especialmente para que ella lo luciese esta noche.
Stella llevaba un simple vestido azul pero que una vez probado semejaba el mejor vestido que haya visto jamás.  El antifaz le aportaba un toque misterioso a su rostro que le quedaba sencillamente perfecto.
-Bueno, chicas. –Dijo Kate. -¿Estamos listas?
Asentí con la cabeza mientras me colocaba mi antifaz blanco y todas salimos de la habitación deseosas de saber cómo sería aquella fiesta.

-LA FIESTA

Salimos del taxi para hacer frente a un collage de luces y demasiada gente en un mismo lugar. Todo era increíble, nunca pensé en asistir a una fiesta de aquel calibre en una de las mejores ciudades del mundo.
Entramos al edificio mezclándonos entre la multitud y descubrí que en el interior había mucho más espacio del que parecía. Observé también que había bastante gente de la Universidad, que no conocía personalmente pero sí que había visto alguna vez por los pasillos. La gente bailaba sin reparar en quién los miraba y quién no. Todo era increíble. Parecía recién sacado de una película.
Me di la vuelta para intentar ver las expresiones de mis dos amigas cuando me di cuenta de que cada una había tomado una dirección diferente. Me dirigí a la barra y pedí una Coca-Cola. Vale que fuera mayor de edad, pero eso no quería decir que necesariamente me tuviera que gustar el alcohol. Observé que todo el mundo llevaba a su espalda un número y que alguien me había pegado uno a mí en mi espalda. Me pregunté para que se necesitara clasificar a la gente por números en una fiesta cómo aquella, en la que todo el mundo parecía conocerse de algo. Yo era el número 37, por si servía de algo.
-Pareces algo fuera de lugar. –Dijo una voz junto a mí.
Giré la cabeza y observe a un muchacho de no más de unos veinte años observándome a través de una máscara negra.
-Oh, no, es sólo que este no suele ser mi ambiente.
-¿Estás en Los Ángeles y este no es tu ambiente? Es algo difícil, la verdad.
Sonreí.
-Bueno, este tampoco parece precisamente tu ambiente.
El chico desconocido rió entre dientes.
-¿Por qué lo dices?
-Porque de lo contrario estarías bailando con los demás.
El muchacho se acercó a mí.
-¿Y qué te hace pensar que no he bailado ya?
Reí.
-Primero, la fiesta acaba de empezar, y segundo, no tienes cara de universitario loco.
El chico desconocido esbozó una agradable sonrisa que dejaba entrever una perfecta dentadura.
Bebí un trago de mi Coca-Cola cuando el DJ de la fiesta anunció algo sobre que los números que teníamos a nuestra espalda tenían una pareja en toda la fiesta, y que en la siguiente canción teníamos que bailar con esa persona que poseía el mismo número.
-Como está claro que ninguno vamos a encontrar a nuestra pareja en este revoltijo de gente – empezó el muchacho - ¿te gustaría bailar?
En ese momento recibí un mensaje de texto procedente de Kate.
“A las doce y media en la puerta de la entrada”
Miré el reloj de mi teléfono. Me sorprendí al observar que ya eran las doce y como el tiempo había pasado tan rápido mientras hablaba con aquel chico.
Puse en la alarma del teléfono a las doce y cuarto y sonreí al chico plantado delante de mí.
-Claro.
Me cogió de la mano y me dirigió a la pista de baile. Y como en una antigua película, me sujeto por la cintura y yo a él por el cuello. No conocía la canción, tampoco me importaba. Era la más larga y bonita canción que jamás había escuchado. Estaba introducida en mis pensamientos cuando sin saber cómo ni cuándo, sentí el contacto de los labios del muchacho contra los míos. No sabía que estaba sintiendo en ese momento, tan sólo oía una voz en mi interior que susurraba que realmente sentía algo.
Pero el momento acabó tan pronto como mi teléfono comenzó a sonar sobresaltándome y haciéndome recordar que había quedado con Stella y Kate en la entrada.
Me pasé la mano por la cabeza y comencé a correr dejando allí al encantador desconocido, en medio de la pista de baile.