miércoles, 4 de mayo de 2011

Una lágrima en el mar Cap 14

Cuando finalmente me encontré con Stella y Kate, ambas me miraron como si esos minutos que había tardado en llegar hasta ellas hubieran sido horas.
-¿Dónde estabas? Te hemos estado buscando por todas partes, pero no aparecías.
-Bueno, vosotras prácticamente desaparecisteis.
-Sea como sea, tenemos que irnos. –Empezó Stella.
-Pensaba que querías quedarte a la fiesta hasta tarde. –Dije.
-Y yo que a ti no te gustaban estas fiestas. ¿Ha pasado algo en nuestra ausencia que te haya hecho cambiar de opinión?
Recordé al chico del antifaz.
-¿Qué? No. Tan sólo os he estado buscando por todas partes.
-Chicas. –Intervino Kate. –Simplemente vámonos. Puede que esto sea Los Ángeles, pero algo que se toma muy en serio la universidad es la puntualidad y la responsabilidad, y no creo que a los profesores les guste demasiado que sus alumnos asistan a fiestas llenas de alcohol y desconocidos.
-Tienes razón. –Dije. –Vámonos ya.
Era consciente de que en la fiesta había más alumnos de la universidad, pero las palabras de Kate eran ciertas. Lo mejor era largarse de allí cuanto antes.
Durante el trayecto a la residencia no pude dejar de pensar en aquel chico, en el contacto de sus labios contra los míos, en como lo había dejado solo en medio de la pista de baile cuando la alarma de mi teléfono sonó…
-Beca ¿tú no llevabas puesto un antifaz?
Toqué mi cara intentando percibir algún rastro de la suave tela blanca del antifaz o el relieve de sus destellos pero lo único que conseguí notar fue el contacto con mi piel.
-Mierda, se me ha debido de caer cuando me mandasteis el mensaje. –Dije, intentando no contar detalles acerca del misterioso muchacho.
-Pues es una pena, era realmente bonito.
-Lo sé –Dije, preguntándome mi chico del antifaz me habría visto sin el antifaz.
No creo, probablemente se me habría caído en algún momento cuándo eché a correr. ¿Cómo demonios no podría haberme dado cuenta de que no llevaba la máscara puesta?
Durante el camino de vuelta a casa intente no pensar en el hecho de que tal vez aquel chico me había visto realmente y yo simplemente sabía que aparte de haberlo besado y que, efectivamente, me había gustado, tenía una sonrisa bonita.
Llegamos a la residencia y Stella tomó un camino mientras que Kate y yo tomábamos otro diferente que llevaba a nuestro cuarto. Todo el mundo dormía excepto aquellos alumnos que habían decidido quedarse hasta tarde en la fiesta.
Simplemente me cambie de ropa, me tumbé en la cama y me quedé dormida al instante.

A la mañana siguiente no comprendí porque razón no había sonado el despertador hasta que caí en la cuenta de que era domingo.  Después de vestirme me encaminé hacía la cafetería dónde siempre desayunaba con Stella un bollo y un café.
Allí estaba ella, en la mesa de siempre sosteniendo su mirada en las páginas de un libro. Cómo todas las mañanas.
Me senté frente a ella.
-¿Qué tal has dormido esta noche? –Le pregunté.
-Bastante bien. –Dijo. –No llegamos tan tarde como creí que llegaríamos. ¿Tú?
-Bien también. La verdad es que pensaba que tú y Kate queríais quedaros más tiempo.
-Yo sí. Lo que pasa es que Kate insistió tanto que acabó por convencerme.
-Hablando de Kate ¿Dónde está? Cuándo me he despertado su cama estaba vacía.
-No sé. Anoche mencionó algo acerca de desayunar con un chico o algo así.
-Así que nuestra Kate quería irse pronto de la fiesta porque esta mañana tenía una cita.
-Sí, algo así. –Stella sonrió.
-¿Y mencionó algo acerca de quién es el afortunado?
-No lo sé. Un tal John o Josh. Lo único que recuerdo es que empezaba por jota.
Reí y mordisqueé mi bollo untado en café.

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