martes, 1 de marzo de 2011

Una lágrima en el mar Cap 3

Parpadeé un par de veces antes de abrir completamente los ojos y descubrir que me había quedado dormida. Una sonriente azafata daba instrucciones acerca de porque puerta bajar y, a mi lado, un vacío sillón mostraba a un Alex del todo ausente. Intenté recordar la conversación que habíamos mantenido horas antes. Recordé que la última frase que me había dicho trataba de que estaba en Nueva York de vacaciones. Cogí mi equipaje de mano y me encaminé hacia el aeropuerto, dispuesta a recoger el resto de mis maletas y encontrarme cara a cara con lo que fuese que me esperase allí afuera.
Con todas mis pertenencias junto a mí y con el corazón en un puño, contemplaba con los ojos como platos aquel mundo paralelo que se cernía ante mi. Algo me decía que el abrasador sol permanecería tan brillante y cegador incluso ante el mayor de los huracanes. Todo era color y alegría en una de las mejores ciudades del mundo.
Tal era mi asombro que no me había percatado de una familiar voz que me hablaba.
-Hola Beca, de Rebeca.
-Hola Alex, sólo Alex.
Vi como una leve sonrisa emanaba de su rostro.
-Así que todavía te acuerdas de mí.
-¿Por qué no habría de hacerlo? Eres la primera persona que conozco aquí.
Alex rió entre dientes.
-Vaya, me siento halagado.
-¿Adónde vas? – pregunté, mientras el hacía ademán de abrir la puerta de un taxi.
-A mi casa. Con un poco de suerte llegaré antes de que empiecen a comer. ¿Y tú?
-Supongo que a la residencia de la Universidad de Los Ángeles. – Sonreí.
-Me parece que eso está de camino. Ven, entra, compartiremos taxi.
-¿Enserio? ¿No te molesta?
-¿Qué clase de caballero sería entonces?
-Está bien.
Entré en el pequeño y amarillento coche, recordando cuantos como aquel había en Nueva York.
-¿Cómo es que nunca te he visto por Nueva York? – preguntó Alex.
Mostré una mueca de indiferencia.
-Supongo que no puedes conocer a todo el mundo. Sería algo extraño.
-¿Por qué?
-¿Acaso conoces a todo el mundo?
-No, pero mi padre posee contactos en todo el mundo. ¿Eso cuenta?
Abrí la boca para contestar pero la ronca voz del conductor me interrumpió.
-Primera parada: Universidad de Los Ángeles. Son quince dólares.
-Yo pagaré. – Dijo Alex, antes de que hubiese analizado el precio siquiera. – Tú coge las maletas y vete a tu universidad.
Asentí con la cabeza e hice lo que él dijo. Luego permanecí contemplando como el taxi se alejaba poco a poco con Alex en su interior.

1 comentario:

  1. Mee encanta este blog y la manera como lo haces ya te lo dije y siempre te lo diré un beso te quieroo :)

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