domingo, 27 de marzo de 2011

Una lágrima en el mar Cap 8

El taxi encargado de llevarnos a mí y a Stella de vuelta a la Universidad  estaba repleto de una silenciosa atmósfera.  El precioso manto negro azulado de aquella noche hacía resaltar las diminutas estrellas que se divisaban. Pensaba en que nunca había visto un cielo estrellado tan hermoso como el que tenía sobre mí.
Junto a mí, una adormilada Stella parecía soñar despierta observando a través de la ventana. El único sonido que se escuchaba en el coche era el de la radio. Por el momento, el ruido había desaparecido. Pero, en fin, era sábado por la noche, y suponía que pronto llegarían grandes masas de gente hambrientas de fiesta.

El taxi aparcó delante de la Universidad. Zarandeé suavemente a Stella para despertarla de su ensoñación. Pagamos al conductor y acto seguido fuimos a la Universidad.

La Universidad estaba casi desierta. Probablemente porque todos estarían celebrando su inicio.
 -Bueno, Beca –dijo Stella – mi cuarto es por aquí.
-Ok – dije, con una sonrisa. –Nos vemos mañana, entonces.
-Sí. Adiós, buenas noches.
-Adiós.
Se dirigió por uno de los numerosos corredores del edificio y yo seguí mi camino hasta mi habitación. Todo poseía tal nivel de tranquilidad que no me esforcé en mirar por dónde iba hasta que choqué contra alguien. Debido al impulso, acabé tirada en el suelo.
-Lo siento mucho. –Dije, mientras me incorporaba.

El me tendió su mano para ayudarme a levantarme.

-No te preocupes, no ha sido nada. –Dijo con una amplia sonrisa en su rostro. –Además, creo que tú te has llevado la peor parte. –Mencionó,  recordándome mi caída. Soy James.
-Beca - . Dije pensando en todas las veces que me había presentado hoy.
-Bueno, encantado de conocerte, Beca. Me encantaría quedarme a hablar más tiempo contigo pero debo irme, mi compañero de cuarto me está esperando.
Yo asentí con la cabeza.
>>Buenas noches. –Dijo James.
-Buenas noches – Dije.

Volví hasta mi cuarto sintiendo una extraña sensación que no logré identificar. La cama de Kate estaba vacía salvo por una gran maleta todavía sin vaciar. Recordé que yo tampoco había deshecho la mía. La aparte de la cama sin ganas ni fuerzas y, casi de una manera automática, cerré los ojos y me dormí.

A la mañana siguiente – domingo – el sol entraba por la ventana sin cerrar y algo de brisa se colaba entre las claras cortinas.
Miré a la cama de al lado y observé que Kate seguía sin aparecer y su maleta sobre la cama. Antes de salir del cuarto, me apresuré y coloque mis cosas en un lado del pequeño armario compartido.

Acto seguido, salí  con un suspiro de aquella habitación directa a ninguna parte, aunque aquel “a ninguna parte” me llevó a subir por unas escaleras de daban a una amplia y preciosa terraza, con un banco blanco y flores por todas partes. Nunca me habría imaginado que en una Universidad podría haber rincones como aquel, rincones que parecían hechos para librarte del mundo durante unos minutos.

Con cuidado, me asomé al balcón, agarré la barandilla y cerré los ojos, respirando el aire que desde aquella altura se sentía. No había sitios como aquel en Nueva York, de eso no cabía duda. Aquel era sin duda un lugar para perderse.


Holaaa!!!!
Bueno pues aquí os dejo el capitulo ocho, espero que os guste. Este capítulo es algo más largo, no mucho, 
pero algo sí jajaja. Bueno, esque sentía que os debía uno más largo...
Con mucho amor
Laura :)

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